Jaime y Miguel se vieron por segunda vez en un bar del centro de la ciudad. Miguel, después de dar un sorbo a su humeante café, dijo:
– Me gustaría que hoy hablásemos un poco de la Reunión de Grupo. A pesar de lo que nos dijeron en el Cursillo y en la primera Ultreya, me quedan varias dudas. ¿Existen dos clases de Reunión de Grupo, verdad?
Jaime hizo un gesto un poco dubitativo antes de contestar.
– Yo diría, para que queden las cosas más claras, que existen no sólo dos, sino tres clases de Reunión de Grupo. En el fondo, sólo existe una manera de hacerla, sólo cambian las circunstancias.
– ¿Son igualmente importantes las tres?
– Yo diría que no- contestó Jaime- La primera, la que nunca debe faltar, es la que haces «con quien quieres». Debe montarse, a ser posible «en caliente» después del Cursillo, con los que más te ilusione hacerla. Quizá, por las circunstancias personales de cada uno, debas hacer algunos tanteos hasta conseguir tus propósitos.
– ¿Cuántos deben formar una Reunión de Grupo?
– La experiencia enseña que un mínimo de tres y un máximo de cinco es lo mejor. Con menos de tres falta ambiente y con más de cinco se pierde la intimidad en la comunicación.
– Esto parece casi de sentido común.
– Y lo es- contestó Jaime- Todo cristiano debe compartir de alguna forma el cristianismo que vive. A esto, que es tan viejo como la Iglesia, los Cursillos sólo han añadido que la forma más profunda de convivencia es la amistad. La Reunión de Grupo sólo proporciona un cauce apto y garantizado para hacer posible este «convivir el cristianismo». Es tan importante esta convivencia que Eduardo decía que no se hacen Reuniones de Grupo para enviar gente a Cursillos, sino que se hacen Cursillos para que se formen Reuniones de Grupo. Si los Cursillos pretenden dar la mejor noticia, la de que Dios nos ama, transmitida de persona a persona por el mejor medio, que es la amistad, la Reunión de Grupo constituye la mejor manera de hacerlo.
– Tú, claro, debes tener una Reunión de Grupo de esta clase.
– Sí, y desde hace más de cuarenta años.
– ¡Cuarenta años …! le interrumpió Miguel entre sorprendido y admirado.
– Si, cuarenta años, y te puedo asegurar que cada semana espero con ilusión el momento de hacerla.
– Desearía encontrar una Reunión de Grupo así.
– Lo conseguirás, no lo dudes, si realmente te lo propones.
Los dos callaron por un momento mientras tomaban algunos sorbos de café. El que rompió el silencio fue Miguel.
– Me has dicho que existen otras dos clases de Reunión de Grupo.
– Realmente la segunda no es diferente de la primera. Lo único que cambia es que en vez de ser tú el que busca a alguien para hacerla, eres tú el buscado y encontrado por alguien que tiene ilusión de hacerla contigo. Por esto se llama Reunión de Grupo «con quien debes». Si tú crees que tu tiempo disponible te lo permite y puedes aportar tu ilusión, es natural que aceptes la propuesta, sin olvidar nunca que tu deber de cristiano seglar es el de atender debidamente a las áreas de amor, trabajo y diversión que te debes a tí mismo y a los tuyos, sin convertirte en un «profesional» del Cursillo. Otra vez debo citar a Eduardo, que decía que las «quijotadas» que hacemos no deben estropear nuestra normalidad, pero que debemos hacer el suficiente número de «quijotadas» para que nuestra normalidad sea posible. Por lo demás, estas Reuniones de Grupo «con quien debes» son exactamente iguales en su formación, funcionamiento y finalidad a las que se hace «con quien quieres»
– Estoy intrigado por saber cual es la tercera clase de Reuniones de Grupo. No consigo imaginar como puede ser.
– Antes de continuar creo que conviene resaltar que esto de diferentes clases de Reunión de Grupo es sólo una manera de hablar. Como has visto, la primera y segunda manera de hacerla son exactamente iguales, sólo cambia el papel que ha desempeñado una persona al iniciarla. En cuanto a la tercera clase de Reunión de Grupo, tú ya la has hecho varias veces: es la que se hace al principio de las Ultreyas.
– ¡Ah, claro, tienes razón!
– En este caso las circunstancias cambian la finalidad de la Reunión. Lo que se busca, sobre todo, es conocer al mayor número posible de personas que asisten a la Ultreya. La mecánica de la Reunión es la misma, pero, naturalmente, no es necesario llegar al grado de intimidad a la que se llega con los amigos con los que te reúnes habitualmente. Por esta razón carecen de la condición de estabilidad que caracteriza a la Reunión propia y personal de cada uno. En este caso lo conveniente es hacerla con personas diferentes cada semana.
– Supongo que podrías decirme muchas más cosas sobre la Reunión de Grupo.
– Sí, pero, de momento, creo que, aunque ya lo sepas, basta añadir que el esquema de la Reunión de Grupo lo forman «la invocación», «la hoja de servicios», «el momento más cerca de Cristo», «el éxito», «el fracaso», el «plan» y la «acción de gracias». La experiencia te irá enseñando el significado de cada una de estas partes. Quizá sea conveniente aclarar que la «hoja de servicios» sirve para que nos demos cuenta de las veces que, pudiendo hacerlo, no hemos «repintado» el alma de acuerdo con el propósito que voluntariamente decidimos en el Cursillo, y de ningún modo es ocasión para publicar pecados o algo parecido, que sólo en la confesión se deben manifestar; o sea, sirve para decir cuando no hemos «repintado» el alma, pero nunca cuando nos la hemos «despintado». Para todas las dudas que tengas, no olvides que el Evangelio y el sentido común juntos son capaces de resolver muchos problemas. Podría añadir, por ejemplo, que la Reunión de Grupo debe reunir las condiciones de seriedad, sinceridad, regularidad y sigilo, cuyo significado creo es más que evidente. Si se hace así y nadie se constituye en jefe o cabeza del Grupo y nadie pretende dar lecciones ni sermonear a los demás, te aseguro que la amistad irá creciendo y la ilusión de encontrarse irá en aumento con los años y así nuestro encuentro con Dios a través del Señor Jesús y la cotidiana aventura de ser cristianos serán los temas permanentes de esta reunión de amigos que constituye la Reunión de Grupo.
– Como si estas cuestiones que has mencionado – añadió Miguel – fueran las aficiones comunes que nos mueven a reunirnos para hablar de ellas, del mismo modo que otros lo hacen para hablar de futbol o de pesca.
– Esto es, Miguel. Te aseguro que no hay temas más apasionantes que los que te he mencionado; aunque nadie nos impide – añadió Jaime alegremente – comentar también el partido del domingo o exagerar un poco el tamaño del último pescado que hayamos cogido.
Los dos amigos se despidieron con la promesa de un próximo encuentro, no sin que antes Jaime recordara a Miguel que la próxima Ultreya sería en martes y no en lunes, como era costumbre, por ser el lunes festivo.