Del Libro Vertebración de Ideas.
Técnica del funcionamiento
A la reunión semanal que realizarán los grupos se le ha dado un cauce pensado y programado para que en el mínimo tiempo necesario pudiera compartirse toda la vivencia de cada uno durante la semana, y planearse la convivencia para la semana siguiente. Esto sería utópico a Dios y al prójimo. Entonces, compartiendo la vivencia de amor a Dios y al prójimo que cada uno ha tenido en la semana, se logra a la perfección el objetivo pretendido.
Así pues la reunión tendrá tres partes:
1ª) Compartir el amor a Dios.
2ª) Compartir el amor al prójimo.
3ª) Planear la convivencia cristiana de la semana siguiente.
Y estas tres etapas coinciden evidentemente con el “orden de la reunión” descrito en la hoja “Cuento contigo”. Detallándolo lo veremos más claramente:
Invocación al Espíritu Santo.
Así se logra que la amistad que une a los componentes del grupo se eleve conscientemente al terreno de lo Trascendente. Es la toma de conciencia de un vínculo humano lleno de contenido divino. La toma de conciencia de estar reunidos en el nombre del Señor. Es necesario que la presencia del Espíritu Santo dé un sello de trascendencia a lo que en la reunión se viva.
Revista a la “Hoja de Servicios”.
(Todos a todos, la parte de “piedad”) El amor que cada uno tiene a Dios se manifiesta en una serie de actos que en sí mismos demuestran este amor. Tales son los actos de piedad, los sacramentos, etc. Son obras que se dirigen por su misma naturaleza a la gloria de Dios. Es lo que podríamos llamar la manifestación objetiva de nuestro amor a Dios. Por ser la parte de nuestro amor a Dios que más puramente lo manifiesta es lo primero que se convive y se comparte, Porque estos actos son los pilares de nuestra santificación tensa y creciente.
No es pues una rendición de cuentas, ni un control mutuo, sino un compartir gozoso esta faceta de nuestro amor a Dios. Por ello cada uno explica a los demás cómo ha cumplido sus compromisos. En cada apartado de la parte de Piedad de la Hoja de Servicios cada uno dice lo que ha cumplido y cómo lo ha cumplido. Esta convivencia hace caer en la cuenta de los fallos y de las posibilidades de mejorar; hace ver que los hay que no fallan, y a todos estimula a apreciar, vivir y practicar con más ilusión estos puntales de nuestra vida en gracia.
Momento que te han sentido más cerca de Cristo
El amor que uno tiene a Dios no se agota en los actos de piedad, sino que en cualquier acto normal de la vida puede uno sentir más vivo el amor a Dios que incluso en los actos de piedad. Y el amor a Dios no de los actos, sino el subjetivo, es lo que debe compartirse en segundo lugar en la reunión. Este amor subjetivo a Dios que unas veces lo sentiremos muy vivo en un acto normal y “profano” y otras en un acto de piedad, porque no tiene limitaciones de tiempo, lugar o circunstancias, puede ser tan ancho como la vida misma.
Seria imposible compartir cada una de las vivencias subjetivas e intimas de amor a Dios. Por ello se comparte tan sólo el momento en que esta vivencia ha alcanzado su punto más alto y mas intimo. Se ve y se comparte el nivel a que cada uno ha negado en sus relaciones íntimas con Dios. Y compartiendo la mejor de estas vivencias todas las demás quedan ya incluidas y englobadas. Así pues se comparte “el momento de la semana en que cada uno se ha sentido más cerca de Cristo”. Este momento, explicado y comentado, que puede ser la confidencia con el Señor en la Comunión, en la Visita, ante un libro, un hermano o un paisaje, en el peligro o en la paz, en el trabajo o en el descanso. En cualquier momento pueden llegarnos “momentos”, porque el amor de Dios es infinito y todas las cosas nos hablan de El.
El comunicar a los demás la cercanía de cada uno con Dios, aúna más entre sí a todos los hermanos y los acerca más a Dios.
Así pues ya vemos como en estos dos primeros apartados de la reunión se comparte todo el amor que uno tiene a Dios, tanto el objetivo como el subjetivo. Ahora será preciso convivir el amor al prójimo que cada uno ha tenido y practicado en la semana. Un
amor cuajado en obras y en obras sobrenaturales, porque la mejor muestra de amor a los hermanos es procurar su salvación y su vida en Gracia. El mejor amor al prójimo se concreta en nuestro quehacer apostólico. Y éste será lo que se conviva en segundo lugar en la Reunión de Grupo.
Éxito apostólico
Para dar una visión conjunta y global de nuestra actividad apostólica la dividimos en lo que humanamente podemos llamar éxitos y lo que humanamente podemos llamar fracasos. Éxito será la actividad apostólica que salió como se deseaba o que superó por la Gracia del Señor todos los cálculos posibles. Éxito es pues, simplemente, aquella actividad apostólica que nos reporta alegría y nos da conciencia de la realización de las promesas del Señor: “Pedid y se os dará”, “El Espíritu Santo pondrá palabras de eficacia en boca de sus apóstoles”, “Cristo y yo somos mayoría aplastante”. Así pues, la denominación de éxito y de fracaso no es teológica -sólo Dios sabe lo que favorece o contraria la economía de la Salvación- sino tan sólo una apreciación humana.
Se explican y comentan éxitos apostólicos que el señor ha querido tener en su Iglesia por mediación de cada uno. Y de allí todos sacan un caudal nuevo de experiencias, de métodos, de nuevas energías y mayores impulsos. La realidad de la omnipotencia mezclada con la menor circunstancia se ve y se vive, se aprovecha y encauza.
Al ir viviendo y conviviendo los éxitos apostólicos, se ven realizadas las promesas jubilosas que el Señor nos hace en el Evangelio y nos recordó en el Cursillo. Y nosotros hacemos entonces como los Apóstoles que “cuando Jesús hubo resucitado de entre los muertos, hicieron memoria de lo que les dijo, y por esto creyeron con más viva fe en la Escritura y en las palabras de Jesús”.
Fracaso apostólico
Nuestro amor al prójimo manifestado en nuestra acción apostólica no siempre nos reporta alegría y nos da la sensación de lo eficaz, sino que a veces su fruto se dirige a aumentarnos la preocupación y la inquietud. Es aquello que no nos sale como habíamos deseado, cuando la semilla parece caer en tierra pedregosa o espinosa. Muchas veces los fracasos humanos sin culpa nuestra
son sólo el prólogo de los mejores éxitos divinos. Uno siembra, otro riega y otro recoge… Lo importante no es pues tener muchos éxitos o muchos fracasos, sino tener un amor sobrenatural al hermano sin trabas ni condiciones. Lo que importa es trabajar. El salario del apóstol lo fija el Señor.
Además, las contrariedades sirven siempre para desvanecer nuestras falsas virtudes, inducen al examen y a la mortificación, hacen que nos preocupemos más de respaldar con oraciones nuestra acción y que no la emprendamos irreflexivamente. Dios saca bien del mal y nosotras, como hijos suyos, debemos sacar bien de las contrariedades, aprendiendo a soportarlas, entenderlas y curarlas.
El explicar a los demás los fracasos apostólicos el como fueron encajados, da a todos el testimonio de la imposibilidad de desaliento, da nuevas fuerzas ante los nuevos fracasos y da nueva experiencia para poder evitar los fracasos previsibles.
Cómo se cumplió el plan apostólico de la semana anterior
Como después se verá, cada semana se forja y programa un plan apostólico —o varios—. Es preciso pues repasar el estado actual de los planes hechos. Ver si han sido realizados, si pueden perfeccionarse y si la ilusión, la intención y la oración de todos acompañó la acción conjunta de los que debían realizarla. Es preciso no dejar abandonado lo que se empezó en nombre del Señor, y por ello es preciso repasar el estado actual de los planes anteriores. Con ellos pues se hace patente en la reunión la convivencia espiritual y la unión de ilusiones que ha habido durante la semana entre todos los miembros del grupo.
Plan apostólico para la próxima semana
Aquí empieza ya la tercera parte de la reunión: la que se dirige a programar la convivencia cristiana de todos en la semana siguiente. El plan o los planes no son nunca de uno solo, sino que son siempre de todos. Cuando uno actúa los demás forman la retaguardia orante. Por tanto la responsabilidad y la ilusión se hacen comunes. El plan o los planes deben ser concretos. La carencia de planes que estimulen y vertebren nuestro peregrinar motiva siempre un descenso espiritual, un mayor riesgo de rutina “ y una tentación de narcisismo colectivo.
Actividades propias del grupo
De la convivencia y la amistad nace siempre la exigencia de un contacto más intenso. El grupo, además de reunirse para hacer su “Reunión de Grupo”, sentirá probablemente, si está bien montado, la urgencia de compartir más tiempo su vivir. Y estos contactos entre semana, convenientes y hasta necesarios, podrán tener un matiz religioso o profano, aunque siempre serán apostólicos. Así podrá ser actividad de un grupo la visita a Cárceles, hospitales, etc., o bien simplemente la diversión (deporte, excursión, espectáculos) en común, o la asistencia de todos a actos que interesen. Estas actividades propias del grupo hacen cuajar una mejor amistad y por tanto posibilitan una mayor eficacia cristiana del grupo.
Padre nuestro por los fallos de cada uno o por el hermano no asistente.
Es una nota de serena humildad y esperanza, vínculo fraternal de una caridad tensa y vigilante.
Acción de gracias
La actitud filial y agradecida hacia el Señor y hacia la Madre, nunca son una exigencia más ilusionada que tras este contacto intimo de alma a alma, este compartir que enriquece, este planear que estimula y este convivir que mantiene. El Señor ha estado entre nosotros y ha volcado un sinfín de gracias actuales.
A Él y a Su Madre, Medianera de estas gracias, surge espontáneo el deseo de un agradecimiento que ahora se manifiesta en oración y después se manifestará en esfuerzo sereno, entusiasmo equilibrado y entrega consciente.
Si falta alguno
Puede ser conveniente llevarle la hoja “termómetro de la voluntad” con algún rejón que se le clave en el alma. Sin embargo es preciso usar del criterio en este punto para evitar la reacción excesiva y negativa que ello provoca en algunos individuos. A ellos, mandarles la hoja seria confirmarles en su despiste.