Francisco Forteza
El nacimiento del método
Pág. 22 y 23
Las primeras dificultades de Bonnín para que le dejaran poner en práctica su novedoso método, se centraron en su pretensión de que un mismo sistema hubiera de servir para personas de diferentes niveles culturales y sociales, y para gentes descreídas y gentes con fe. Esa fue la primera “piedra de escándalo”, que Bonnin intentaba atajar con cita de textos de autores que quizás un tanto olvidados, pero que creo interesante recordar ahora porqué en aquel momento tuvieron un determinado peso conceptual o metodológico en el alumbramiento de los Cursillos. Se trata, entre otros, de Beda Hernegger, del P. Will, de Alfredo María Cavagna, del P. Cruz Ugalde, del P. Charles o de Chautard, que investigaban – más que teorizaban – sobre lo que el apostolado seglar podía y debía ser.
Sin duda esa polémica sobre la especialización o no especialización del nuevo método según cultura y religiosidad de sus destinatarios, la protagonizó en aquel primer momento, frente a Eduardo, D. Sebastián Gayá, un sacerdote ya muy prestigiado en la isla pese a su juventud, responsable en Mallorca, por aquellos años, de la Pastoral Universitaria, y que sin embargo poco después asumiría un notable papel en la génesis de Cursillos, tras incorporarse como Consiliario al Consejo Diocesano de jóvenes y sustituir a D. José Dameto. Quizás el punto de inflexión en su actitud la marcara la intervención que tuvo Bonnín por invitación de Gayá, en 1944, en la Escuela de “Propagandistas” que este último dirigía, y en la que Eduardo expuso el esquema que había preparado como tema final de “su” método, el que pasaría a integrar el rollo de “Cursillista más allá del Cursillo”, que descubre con gran capacidad de síntesis el perfil del seglar que aspira a suscitar el Cursillo. O quizás el cambio de actitud de D. Sebastián ante los nacientes cursillos no se produjera sino más tarde, cuando el Dr. Hervás le nombro Consiliario de los jóvenes con instrucciones de potenciar y supervisar el nuevo movimiento.
Lo que es indudable por los datos que he recogido, es que Bonnín tuvo desde el primer momento un gran interés en el que Gayá se sumase a su proyecto, y que éste así lo hizo tras resistirse algún tiempo por no asumir la dimensión intercultural (o interclasista) del método que se creaba.