– Es así. Nuestro estilo se manifiesta en nuestros rollos, en nuestras Ultreyas, en nuestras preferencias y en nuestro vocabulario; es una nota sintomática y reveladora de que un determinado contenido vital ha encontrado su expresión adecuada en un momento determinado. Como dice Eduardo en «Historia de un Carisma»: «Estilo es la manera de vivirlo. Es la gracia de Dios hecha gesto, detalle, expresión de lo que se vive con espontaneidad, alegría y entusiasmo»
– ¿Ha cambiado el estilo a través de los años?
– No sé qué decirte. Si te refieres únicamente al estilo, es natural que ciertas expresiones y maneras de decir las cosas de siempre hayan cambiado en el transcurso del tiempo; pero hay que ser precavido en esta cuestión, porque alguna vez nos encontramos con alguno que, llevado por deseos de originalidad, quiere hacer cambios sin haber averiguado antes por qué las cosas están como están. Con esta actitud se puede estropear, además del estilo, muchas otras cosas.
– Una vez – dijo Miguel – leí una frase que me gustó. Decía que, para modificar una cosa, lo primero que hay que hacer es conocerla y amarla.
– Creo que la frase vale muy bien para el caso
– contestó Jaime -. Aplicada a los Cursillos – continuó diciendo – significaría que debemos conocerlos y vivirlos sin olvidar nunca el espíritu seglar que está tanto en los orígenes como en las raíces más profundas de su esencia y mentalidad.
– Supongo que esta cuestión se podría alargar mucho.
– Desde luego, pero como se trata de algo que no nos afecta directamente para nuestro propósito de ir progresando en el cuarto día, si te parece, podemos darla por zanjada.
Como los dos amigos estuvieron de acuerdo, se despidieron hasta un próximo encuentro.