– Me imagino que se puede decir mucho más sobre la finalidad, pero ya tendremos otras ocasiones. Pasamos a…
– La mentalidad- dijo Jaime.
Lo primero que quisiera decirte es que no hay que confundirla con una ideología.
– No veo muy bien la diferencia.
– Las ideologías están cerradas sobre sí mismas y aplican a un todo lo que sólo es aplicable a una parte. Se ofrecen como el remedio universal de todos los males. Absolutizan una verdad que sólo es relativa. Como sería el caso de un partidario de la medicina natural que quisiera curarlo todo con infusiones y cataplasmas de hierbas.
– Lo entiendo. La mentalidad no es una ideología, pero entonces ¿qué es la mentalidad?
– Entendemos por mentalidad la plataforma de ideas, valores y creencias desde la que se piensa. Es propio de una persona, de un grupo o de una cultura determinada. Nosotros, los cursillistas tenemos nuestra mentalidad.
– Y que es …
– Te voy a decir sus rasgos más importantes. En primer lugar la seglaridad. El cursillista busca la realización de su fe a través de su quehacer en el mundo: la profesión, el amor, la familia, la amistad y la diversión. Otro aspecto es la universalidad. Los Cursillos pretenden que su mensaje se dirija a lo esencial del hombre y, por lo tanto, interese a todos. Por esto hemos huido siempre de la especialización. No hay Cursillos para empleados, para universitarios etc.
– Lo que dices ayuda a comprender por qué en Cursillos no valen los roles ni los personajes.
– Exactamente. Otro rasgo es la normalidad, o sea, que nunca se pretende sacar a alguien de su propio ambiente, sino que dé testimonio de su fe donde siempre ha vivido. Después está el interés por el hombre concreto. En Cursillo no se habla nunca del hombre como algo abstracto, sino del hombre y la mujer con nombres y apellidos. Finalmente, los Cursillos pretenden atender a las necesidades más fundamentales del hombre, por lo que se busca que la persona se encuentre consigo misma, con Dios y con los demás, para que este triple encuentro le sirva para encontrar un nuevo sentido a su vida.
– ¿Se termina aquí la mentalidad?
– No, falta lo que podríamos llamar el centro mismo de la mentalidad, sus raíces más profundas, que parten de lo fundamental cristiano, que es una sola idea y una sola realidad: Dios nos ama. Se identifica con la gracia de Dios o con nuestra adhesión personal a Cristo. En el fondo de nosotros mismos es donde nos encontramos con Dios como una experiencia personal y tenemos plena conciencia de nuestra libertad. Cristo es Dios en la Historia, es Dios con rostro humano; es Dios vivo, amigo y cercano. La historia de mi fe es la historia de una amistad; mi amistad con Cristo Jesús.
– Lo entiendo. El Cristianismo no es una doctrina, ni una moral, es, sobre todo, un Dios hecho hombre: Jesucristo.
– Eso es. Esta visión simplifica muchas dudas y da a nuestra fe un sentido único que no se encuentra en ninguna otra religión.
– Ahora sólo nos falta el estilo.
– Podríamos decir que el estilo es una manera de expresarnos normalmente, nuestro acento particular. D. Antonio Pérez, a quien tú conoces, dice que a los cursillistas se nos conoce por nuestro acento galileo, haciendo alusión a lo que dijo la criada a Pedro al oírle hablar en el patio de Caifás.
– Llevo poco tiempo, pero creo que ya conocería a un cursillista en cualquier lugar por su forma de expresarse.