El mundo

Otro aspecto importante del mundo de hoy. No le interesa el Cristo de Nazaret, de Cafarnaum, de Jerusalén. Ese Cristo histórico deja a la gente fría.

Fíjate en las caras de la gente cuando predican algunos curas. El cura explica el evangelio del domingo, y cuenta que Cristo fue, y vino, y dijo, y curó, y tal cual. La gente, ni caso; le oye como quien oye llover, y deseando que termine pronto. Están hablando de algo que pasó hace muchísimos años. Ha perdido actualidad. Es como un periódico de hace años el evangelio explicado así. Una cosa curiosa quizá, más o menos espectacular, pero no actual. No es como el periódico de hoy, que interesa a todos porque es un  latido de la humanidad hoy.

Hay que hablar a cada hombre de un Cristo vivo ahora. Un Cristo vivo en cada hombre, en ti, en el hombre con quien hablas.

Si Cristo vive en ti, si lo llevas en tus carnes como debe llevarlo un cristiano, verás como te escuchan. Veras que ojos abren. Dile a ese hombre que Cristo da sentido a tu sufrimiento, que Él te ayuda a sufrir. Dile que Él te habla, que Él te quiere, que cuando estas en el tálamo con tu mujer Él esta en ti y en ella. Y lo que de eso se deriva. Dile que porque Cristo vive en ti eres honrado. Porque vive en ti eres feliz. Porque vive en ti amas a la humanidad y no temes el más allá de la muerte. Enséñale el Cristo vivo de tu vida ejemplar, consecuente, santa. El Cristo razón de tus sonrisas, de tus visitas a enfermos, del amor a tus hijos. El Cristo de Galilea curó leprosos, si: pero dile que tú eras leproso con lepra de lujuria, o de orgullo, o de avaricia. Ya te ha curado. A ti. Ahora.

Veras como te escuchan los hombres.

Y cuando te escuchen así, diles que también vive en ellos. Quizá oculto, quizá enfermo, quizá olvidado o herido. Pero vive en ellos con una ilusión a prueba de infidelidades y de traiciones. La ilusión del retorno de su criatura.

Te voy a completar la idea.

Una vez presentando así a Cristo, vivo en el mundo, interesado por los hombres, resolviendo los problemas de los hombres, metido en la fábrica, en las playas, en los grandes almacenes, en las salas de juntas y en los prostíbulos, a algunos hombres les resbala la idea porque piensan que es un Cristo único para todos. Un Cristo a repartir. Y en ese reparto, piensan, les va a tocar muy poco. Así que no vale la pena.

Diles a estos que no es así. Que hay un solo Cristo, pero entero para cada hombre. Yo le tengo entero, mío, todo para mí. No me falta nada de Él. Nadie puede arrebatarme ni un pedacito. No lo reparto con nadie. No es un Cristo descuartizado, sino total el que vive bajo mi pecho peludo.

Así presentado, Cristo interesa, no lo dudes. Sobretodo si esas palabras se ven respaldadas por una vida acorde a ellas. El Cristo que resucito a Lázaro hace  dos mil años llama muy poco la atención al hombre de hoy. Pero el Cristo que te resucitó a ti hace un mes interesa profundamente a los que te vieron muerto.

 

Pacua -Domingo de Pentecostés

Este domingo celebra la Iglesia la fiesta de Pentecostés, y con ella termina el periodo litúrgico de la Pascua. La palabra «pentecostés» significa cincuenta, porque nos reunimos cincuenta días después de la resurrección de Jesús.

En Israel, la fiesta de Pentecostés tuvo una evolución interesante: al principio, fue una fiesta que se tenía con motivo de la recolección de la cosecha; después se convirtió en la conmemoración de la promulgación de los diez mandamientos sobre el monte Sinaí. Para nosotros los cristianos, la fiesta de Pentecostés celebra la transformación maravillosa que experimentaron los discípulos al recibir el don del Espíritu Santo; de ahí que Pentecostés sea también la fiesta del nacimiento de la Iglesia.

Las tres lecturas se refieren a la comunicación del Espíritu Santo a esa pequeña comunidad de atemorizados seguidores de Jesús. Cada una de las lecturas ofrece elementos muy ricos para nuestra meditación. Nos detendremos en algunos de ellos.

El evangelio nos dice que Jesús se presentó en medio de los discípulos y a manera de saludo les dijo: «paz a todos ustedes»:

• La paz es uno de los legados más significativos que nos hace Jesús resucitado.
• Con frecuencia nos sentimos confundidos por las dificultades que encontramos en el camino: problemas de salud, angustias económicas, la situación de los hijos, etc.
• La paz que nos ofrece Jesucristo no consiste en una anestesia que alivie estos dolores del alma. La paz que nos anuncia el resucitado es una serenidad interior para aceptar lo que no se puede cambiar y para dar la lucha contra aquellos factores negativos que debo modificar.
• Colombia, agobiada por décadas de violencia, clama por esta paz que nos permita cicatrizar las heridas y mirar hacia el futuro con optimismo.

Jesús resucitado, al dar a su Iglesia el don del Espíritu Santo, le confía una doble tarea: como anunciadora de su mensaje de salvación y como agente de reconciliación. Cuando hablamos de reconciliación, debemos explicitar su doble significación: por una parte, la Iglesia tiene el poder de perdonar los pecados, y esto lo realizan sus ministros a través del sacramento de la penitencia, conocida popularmente como confesión; y también la Iglesia debe ser portadora de la reconciliación social, pues los pueblos se encuentran divididos por los odios religiosos, raciales, por la desconfianza política. ¡Cuántos millones de seres humanos víctimas de las diversas formas de intolerancia! La acción reconciliadora de la Iglesia no puede reducirse al ámbito del sacramento de la penitencia sino que debe ampliarse a los diversos conflictos que distorsión la convivencia social.

Roberto Vargas Díaz

Julia Amaral de Avila

Marcos Alejandro (Sobrino de Carlos y Leticia Ramírez Jardón)

Julio Silva Martínez

Eleno García Pérez (Hno. De Manuel García)

Guillermina Ramírez Fernández (Hna. De Socorrito)

Michel Viridiana Palomino V.

Gabriela García V.

Juan Paulo Ramírez Ortíz

Isabel Cristina y Ma. Eugenia (Hnas. De Pedrito Aguilar)

Celina Amaral C.

Jesús Abundis (Papá de Mago)

Cuñado de Arturo Terán

Carlos Orozco Mejía

Memo Mata

Adriana Shelly

Wendoline Lobato Bobadilla

Maribel Ramírez Luévanos

Samuel Aguas Fregoso (Hno. De Rogelio Aguas).

Norma Irene Orozco de Cámara