-Vamos a ver, cuando llego a la Ultreya, ¿qué debo hacer?
-Creo que lo primero es hacer lo que se hace cuando varios amigos se encuentran: celebrar el encuentro y hacer aquellos comentarios totalmente espontáneos que siempre se hacen. Después, lo mejor es buscar una Reunión de Grupo que se esté empezando para incorporarse a ella o empezar otra. Ya sabemos que estas Reuniones, que se hacen en la Ultreya, son ocasionales en cuanto a sus componentes, cada semana con personas diferentes, a fin de que se vayan conociendo el mayor número posible de los participantes de la Ultreya, aunque no pasa nada si se repite alguno o algunos de la Reunión de la semana anterior. Después pasamos a la sala de rollos.
– A mí me asustaría un poco hablar delante de tanta gente.
– Estamos entre amigos y un rollo no es una conferencia ni un discurso.
– ¿Y cuál es la diferencia?
-El discurso suele tener una intención estética, la conferencia la tiene intelectual y el rollo, vital; el primero pretende deleitar, la segunda instruir y el último comprometer. Si uno habla de lo que vive, lo que dice siempre interesa. Ni el tono retórico, ni la exposición magistral, ni la lectura de una redacción ayudan a la finalidad del rollo. Además, éste debe ser breve. Salvo casos excepcionales, no debe pasar de veinte minutos. Y si sólo dura quince, mejor. He escuchado rollos maravillosos que sólo han durado cinco o diez minutos.
– Después del rollo siguen las intervenciones de los asistentes, ¿no es así?
– Efectivamente, pero todo el mundo puede estar tranquilo porque siempre se avisa anticipadamente. No se trata de hacer otro rollo, sólo un breve comentario sobre algún aspecto que más haya llamado la atención, destacando las posibles coincidencias con el rollista y evitando que nuestra admiración se convierta en retahíla de alabanzas que suenan a «jaboneo». Después de las intervenciones, el que dirige la Ultreya, u otro, comunica las noticias, tales como fechas de los cursillos en preparación, «eventos», ultreyas en los pueblos, etc. etc. Para finalizar las intervenciones, un sacerdote pone el punto final recalcando los aspectos que le han parecido más importantes de todo lo dicho. Finalmente, pasamos a la capilla.
– Me he fijado- dijo Miguel- que mientras hacemos este traslado se forman verdaderas tertulias.
– Con frecuencia, antes de abandonar la sala de rollos, se advierte que se pase rápidamente a la capilla con objeto de no retrasar el final. No hay que olvidar que muchos desean llegar lo más pronto posible a su casa, porque allí les esperan obligaciones urgentes e ineludibles; pero, al mismo tiempo, también es verdad que en este preciso momento algunos se ven por primera vez y hay muchas ganas de saludarse y hacer los comentarios que no pudieron hacerse antes del rollo. Ante este dilema, lo mejor es guiarse por la caridad y el buen sentido y dejar para otro momento algunos comentarios.
Miguel vaciló un poco, pero al fin se decidió a preguntar:
– Me gustaría que me dijeras cual es el criterio más importante para no perder de vista este «buen sentido», que has mencionado.
– Debes tener en cuenta, Miguel, que la verdadera esencia de la Ultreya es encontrarnos con los demás. Este encuentro hace que se abra en el interior de cada uno la caja de resonancia de la vivencia del Cursillo, que pretende recuperar la emoción y el vuelco interior que se produjo entonces, de modo que, aunque su brillo se haya difuminado y se haya perdido su «letra», se recupere la «música» de la vivencia por la que Cristo se manifiesta en él.
– Me gusta esto de la letra y la música. Creo que tienes razón, lo que no hay que perder nunca es la música.
Jaime asintió y siguió explicando el desarrollo de la Ultreya, diciendo:
-Ya estamos todos sentados en la capilla. Entonces el que dirige la Ultreya empieza su oración rogando por las necesidades que le han comunicado antes: enfermedades, exámenes, momentos difíciles por los que algunos pasan, próximos cursillos en Mallorca u otras partes del Mundo etc.
– ¿No sería mejor celebrar una misa por todas estas intenciones?- interrumpió de pronto Miguel.
– La comunidad cursillista asiste a misa en muchas ocasiones, por ejemplo, todos los miércoles por la mañana estamos invitados para asistir juntos a esa misa en la iglesia de los Capuchinos de Palma, pero no creemos que la Ultreya sea el momento apropiado. Estamos allí para otra cosa. Si queremos asistir a misa tenemos muchas otras ocasiones, pero ahora estamos en la Ultreya con un tiempo limitado para celebrar la alegría de encontrarnos.
– Ahora lo comprendo mejor. Te confesaré que de algún modo presentía la explicación que me has dado.
– Es el buen sentido, del que te he hablado ya, el que nos hace ver a veces la oportunidad de las cosas anticipándose a las razones.
– Y al final … -preguntó Miguel.
– Lo sabes tan bien como yo: rezamos un padrenuestro, generalmente cantado, y, finalmente, se canta el «De colores».
-Algún día tendrás que explicarme de donde sale esta canción.